lunes, 6 de junio de 2011

LA INCERTIDUMBRE ES PERJUDICIAL PARA LA SALUD

Son los consumidores los que deben tomar la decisión de qué hacer”. La frase, dicha el martes por Christopher Wild, director de la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC, dependiente de la OMS), fue el colofón de su anuncio de que el móvil puede producir cáncer. O no, porque le asignaron un nivel, el 2b -el de “posible riesgo carcinogénico”- que está a mitad de camino entre las sustancias inocuas y las que son causa probable de un tumor en la calificación internacional de agentes cancerígenos.
Pero el riesgo de cáncer de la radiación no es lo único que se ha quedado a medio camino. Con su negativa a dar consejos, han conseguido el reproche casi generalizado. Ni el Ministerio de Sanidad, ni las asociaciones de enfermos, ni los médicos ni los informadores se han quedado satisfechos.
“Lo que han hecho ha sido crear mucha alarma”, afirma el presidente de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), Emilio Alba. “Lo que han hecho ha sido como tirar una piedra en un estanque, que se van propagando las ondas. La población ha integrado el móvil en su vida de manera irreversible. Ha cambiado nuestro trabajo, nuestra manera de relacionarnos. No es como el tabaco, que ante la evidencia de que es malo cuesta dejarlo, pero se le puede pedir a la gente que lo deje”.
Por eso, él cree que la manera de comunicar los resultados del informe es “por lo menos, imprudente”. “Esto no es como la viruela, que si hay un brote hay que comunicarlo inmediatamente. Podían haber esperado unos días, y haber negociado con la dirección de la OMS para lanzar un comunicado conjunto. Porque ahora solo nos dejan las dudas. ¿Qué hacemos con esto? ¿Se lo dejamos a los niños? No hacía falta soltarlo sin más, tenían que haber pensado en un plan de comunicación”, afirma.
El catedrático de Salud Pública de la Universidad Miguel Hernández de Alicante Ildefonso Hernández, exdirector general de Salud Pública, opina que los científicos hicieron bien en convocar una rueda de prensa para exponer sus conclusiones. “No se debe hurtar información a la gente. Si queremos una sociedad adulta, no se puede ser paternalista”. Pero también afirma que la salud pública incluye la comunicación, y cree que si esos expertos no se sentían capaces, podían haber recurrido a un experto. “Han elegido lo cómodo. Así evitan aconsejar que se dejen de usar los móviles y enfrentarse a la industria, o de decir que pueden usarse y que luego se demuestre que son dañinos. Pero el que hace un informe de este tipo tiene que involucrarse”, recalca.
Hay quien no está de acuerdo. Es el caso de la directora de Salud Pública y Medioambiental de la OMS, María Neira. Lo primero que quiere dejar claro la médica española es que el IARC “es un organismo independiente”. “Estaba uno de mis colaboradores, pero no como representante de la Dirección General de Salud Pública, sino como experto en el tema”, advierte. Y para recalcar esta independencia, Neira señala que ni ella sabía la conclusión, y que lo que esperaba, a la vista de los informes que se sabía que iba a manejar el grupo de expertos -que eran todos conocidos- era una evaluación de grado 3, la que corresponde a sustancias “no clasificables” (no se ha visto que aumenten la probabilidad de tener cáncer).
Este nivel es, de hecho, el más abundante, y en él hay actualmente 508 sustancias o factores. En el 2b, donde han quedado integradas las radiaciones de los móviles, son 266; por encima están el grado 2a (probablemente cancerígeno, 59 entradas), y el 1 (carcinogénico, 107). Por debajo está el 4, el de compuestos descartados como cancerígenos, que solo tiene uno, el caprolactamo (una sustancia que se usa en fibras sintéticas).
Una vez que ha dejado clara la independencia del IARC, Neira resalta que el trabajo de este grupo “no es dar recomendaciones de salud pública”. “Han hecho lo que tenían que hacer”, destaca acerca de la teleconferencia del martes. Sobre si hay que aconsejar algo concreto o no, “ahí es donde entra la OMS”, dice la responsable de Salud Pública de la organización. Pero eso no tiene por qué suceder siempre, matiza, “igual que no se ha hecho con la cafeína, que está en el mismo grupo, y de la que solo se ha dicho que se tome con moderación. A lo mejor nos pasamos años antes de decir nada”, afirma.
Porque, para esta experta, la clave de esta situación es que “el IARC es un grupo de científicos que hace informes para científicos. No es para el público en general. Por eso está lleno de condicionales. No dice que haya evidencia científica de que los móviles causen cáncer; dice ‘podría ser’, ‘a lo mejor”. “Normalmente, cuando se reúne el IARC nadie le hace caso. ¡Qué más quisiera yo que se le hubiera hecho caso cuando sacó el informe sobre las camas solares, cuyo efecto cancerígeno sí que está comprobado!”, comenta.
La diferencia, esta vez, como Neira admite, es que se trataba de un factor que está siempre bajo sospecha. Era la primera vez que se evaluaba la posible carcinogenicidad de estas radiaciones. Por eso el IARC -a través de la OMS- convocó a los medios de comunicación. “Hay mucha gente que está detrás de este tema, como pasa con los transgénicos. Si ellos nos hubieran pasado el informe sin más, nos acusarían de intentar ocultarlo, de estar intentando salvar la cara de la industria. Imagínate que sale y lo posponemos, entonces sí que me cortan la cabeza”, afirma convencida.
Tal y como ha quedado el informe, Neira cree que no es pertinente hacer ninguna recomendación nueva. “¿Que qué voy a hacer? Nada. Lo único que hay que hacer es seguir investigando, estar más vigilantes”, añade. Y como prueba definitiva, tanto de su calma como de que el IARC actuó de forma independiente, cuenta que nada más salir el informe la llamó su padre -por el móvil- para preguntarle que qué hacía. “Y yo le dije que me acababa de enterar, pero que no tenía que hacer nada”.




















1 comentario: